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KINTSUGI: REVELAR LAS CICATRICES

¿Qué pasaría si viéramos la belleza en la más profunda de las cicatrices? Eso es exactamente lo que nos enseña el Kintsugi. Una técnica japonesa para reparar piezas de cerámica que tiene, en su núcleo, una forma de entender la vida.

El Kintsugi como técnica de cerámica y como filosofía, no busca esconder o disimular los quiebres y averías, más bien, busca revelarlas y exponerlas. La cicatriz dorada que quede tras su reparación hará parte imprescindible de la historia de la pieza misma.

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UNIR CON ORO

El Kintsugi se remonta al siglo XV en Japón durante el periodo Muromachi, una era profundamente influenciada por el budismo Zen y el wabi-sabi, una filosofía centrada en encontrar la belleza en la simplicidad, la imperfección y la austeridad. La palabra viene de “Kin”, oro, y “Tsugi”, unir o juntar; significa sencillamente “unir con oro”.

Por esa época, el shogun Ashikaga Yoshimasa, al romper accidentalmente su querido tazón de té, lo envió a ser reparado a China. Al regresar el tazón, Yoshimasa se horrorizó al ver que la reparación se había realizado con horribles grapas metálicas.

El disgustado shogun pidió entonces a sus artesanos que inventaran una forma más agradable de reparar la cerámica. La técnica que inventaron no buscaba esconder el daño, sino hacer de él algo hermoso. Así, se dice, nace el Kintsugi.

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UNA JOYA

Hoy en día el Kintsugi está muy relacionado con un pensamiento o una filosofía. La resiliencia, las cicatrices, y una pequeña o gran pieza de cerámica que logra exponer sus reparaciones como una joya, son tres cosas que se relacionan de la forma más íntima.

De la resiliencia una cicatriz y de la cicatriz: una joya. No es de sorprendernos que el Kintsugi esté asociado a una forma de ver la vida.

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TOMAR PRESTADA LA TRADICIÓN

Al popularizarse esta técnica, muchos artistas y diferentes marcas han querido incluirla como una valiosa parte de sus piezas. Podemos citar marcas como Forge Creative o REDBUBBLE, que trabajan mobiliario basados en el Kintsugi, o Seletti que ofrece piezas reparadas con esta técnica.

Casas creativas como estas combinan la tradición y la filosofía japonesa con el diseño moderno para crear piezas verdaderamente únicas y encantadoras.

Los artistas contemporáneos no se quedan atrás. Elias Popa y Rachel Sussman se han encargado de presentar las cicatrices cotidianas de las calles, edificios, y hasta de las aceras de una ciudad como recuerdos exhibidos de la forma más bella. No hay nada que tenga más cicatrices que una metrópoli del siglo XXI y nada más valioso que recordarlas.

De la misma forma, los artistas italianos y ubicados en NYC que conforman el colectivo MATHERY, han acogido la tradicional técnica para construir piezas sorprendentes y genuinas. Obras como estas nos hacen preguntarnos sobre qué debemos reparar y qué debemos dejar atrás. ¿O ustedes usaría la técnica Kintsugi en tu caja vacía de comida?

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DORADO

Con la constante idea de perfección que la era contemporánea nos trae, tener una cicatriz, puede ser indeseable y hasta desagradable. Pero estas no dejan de contar nuestra historia.

El cuidado y el cariño que aplicamos en esas venas doradas, como ríos marcados en una pieza de cerámica, es el mismo que usamos para reconstruir y reconstruirnos.

Reconstruirnos en dorado.

Escrito por Helena Rodríguez

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