La salvadoreña e ilustradora Raquel Arana nos ha concedido una entrevista para hablar sobre su historia, mujeres llenas de vida, dibujos y carteras preciosas que más que un objeto son un tesoro.
La artista de 35 años habló en exclusiva para Velvet Magazine Latinoamérica. Te invitamos a conocer con nosotros esta increíble artista, determinada mujer y audaz emprendedora.
Raquel me cuenta que en El Salvador a la gente muy blanca suele confundírsele con extranjeros o creer que tienen mucho dinero. “Somos una familia bien Chele, bien blancos, mi mamá es de ojos azules y mi papá de casualidad salió de ojos verdes, entonces la gente piensa que somos gringos”. En realidad, no he conocido más humildad y agradecimiento que en las palabras de Raquel y en su vida misma.
Raquel cuenta una anécdota, que, sin saberlo, sería el indicio más grande de lo que es y hace hoy. “Mis padres estaban suscritos a una revista de la National Geographic para niños, y en cada edición se dedicaban a un tema, yo dibujé a una niña patinando y la revista la publicó en el centro de las dos páginas…yo tendría unos 12 años”. Sus padres emocionados han guardado como un tesoro esa revista hasta hoy. Fue el dibujo de una niña que, hoy, siendo mujer, sigue ilustrando y dibujando.
Trabajando, estudiando y pagando préstamos, Raquel logró terminar Marketing y Diseño estratégico en 7 años de carrera. “Todos mis trabajos fueron creativos. A veces tomaba fotos, entonces iba a clases de 2 a 6, y a las 6 me ponía tacones y falda e iba a cubrir un evento. Cuando salía del evento a las 10 de la noche, tenía que hacer las tareas”. Se convirtió así en el ejemplo de sus maestras y en el disgusto de algunas de sus compañeras.
Raquel, emocionada, y como hablando de una increíble aventura me dice: “En la carrera una profesora nos puso la tarea de preguntarnos qué queríamos hacer y yo le dije que quería poner mis ilustraciones en cojines, alfombras, cortinas…la profesora me dijo que lo que yo quería hacer era Surface Design”. Raquel investigó todo sobre esto, qué era, cómo se hacía, todo.
“Participé en La Feria CONTEMPO del Salvador en la rama de diseño de superficie y gané el tercer lugar…participé con una lámpara, el dibujo lo puse en la pantalla de la lámpara, ¡es bien linda porque el dibujo se refleja en la pared!”. Raquel recuerda con entusiasmo a su profesora: “Yo lloraba porque yo le decía ‘Usted me enseñó lo que yo quería hacer’”.
Trabajó por mucho tiempo en agencias de publicidad y creciendo poco a poco, pasó de ser una diseñadora junior a una directora creativa. Pero estar trabajando no significa siempre acertar en ser feliz. En el 2013 Raquel pasó por una depresión de casi 6 meses. “Era una eterna depresión dónde no había vida ni nada”. Fue una pausa en su vida creativa.
Pero ningún dolor es tan grande como para hundir a la artista, la mujer y la creativa que carga Raquel en su interior. Dice, como recordando el inicio de una vida nueva:
“En eso de octubre me habló una señora que iba a abrir una tienda de moda, una Pop Up Store de noviembre a enero, y me preguntó que si yo quería participar. Le dije que yo solo dibujaba, que no sabía nada de moda…de todas formas me preguntó si haría carteras para ir al súper”.
Todo lo que Raquel es hoy empezó con esas bolsas en tela para ir a mercar. “Ahí fue que decidí que la ilustración la iba a aplicar en la tela, y que lo que iba a hacer era contar historias porque de esa forma me inspiraría para ilustrar…si sólo hacía el dibujo por dibujo, para mi iba a ser mentira, necesitaba que tuviera alma, o un concepto y que de allí partiera la ilustración”.
Raquel decidió entonces hacer ilustraciones dedicadas a las mujeres, que las empoderara y que generaran una conexión emocional con quien tuviera una de sus piezas en sus manos.
Esa sería la historia y el alma de sus dibujos. “Si vos personalizás un producto este producto ahora es un tesoro…es una pieza especial”, me explica. Hace que me pregunte: ¿Cuántos tesoros tengo y no he prestado atención?
Por ese tiempo en que empezó a plasmar sus ilustraciones en la tela, Raquel aun trabajaba en una agencia. Fue entonces su madre, hoy su socia, la que tuvo que ir a encontrar los materiales y llevarlos donde el artesano. Raquel trabajaba en la agencia 10 o 12 horas, y en la noche dibujaba. Durante el día, su madre compraba los materiales y los artesanos trabajaban.
A pesar de que la tienda cerró en enero del siguiente año, sus carteras se vendían todas cada semana.
Con todo, Raquel decidió un día escribirle a una mujer diciéndole lo mucho que le gustaba su marca. Terminaron conversando sobre tener juntas un quiosco donde pudieran presentar sus productos.
Encontraron en un centro comercial un lugar tan grande que no sabían cómo llenarlo. Pero ambas tenían un sueño en común: una tienda de diseño salvadoreño, llena de objetos y artículos hechos por personas del Salvador.
Tres semanas después ya existía la tienda soñada. “En tres semanas compramos muebles, invitamos marcas y montamos un modelo de negocio que no existía en el Salvador en ese momento…Montamos Hecho en Casa”
Hoy la mano de obra de Raquel es 100% salvadoreña. Al principio eran unos pocos, hoy, son 15 personas que producen de la mano de esta increíble artista. “Todo ha ido creciendo de a poquitos y todo ha sido de tomar decisiones rápidas” me cuenta. La ilusión y el orgullo quedaba en el aire mientras ella me hablaba.
La inspiración para realizar una pieza, una obra o un dibujo puede llegar de muchas formas. Pero para Raquel son las mujeres, las historias detrás de ellas, las emociones y los sueños lo que le da alma a cada una de sus ilustraciones.
“Me he enfocado más en las mujeres, en empoderarlas, su autoestima y el amor propio. Me he enfocado en temas que a las mujeres nos dan más miedo o nos hacen más felices…Cosas que de verdad me muevan. Esto hace que la mujer sienta una conexión con la historia y que cuando compra una cartera es porque se conectó con lo que escribí… si yo puedo compartir un poco lo que he vivido y lo que me ha servido para crecer, le ahorraré un poco el camino a otras mujeres”.
Sus ojos brillan contándome y siento que yo brillo con ella, con su historia.
Las ilustraciones en cada cartera de Raquel Arana buscan generar una conexión personal y que pueda aportar un poco a la vida de quien la posea. Hoy con el Programa Velasco, la artista busca apoyar personal y financieramente a muchas mujeres que están emprendiendo, así como lo hizo ella.
“Para mi fue una cachetada llegar allá. Mujeres que tienen historias tan fuertes que cuando ellas cuentan sus historias no las cuentan llorando. Es algo que hasta hoy me asombra porque me hace preguntarme de dónde sacamos tanta fuerza para seguir, para ser creativas, para ser ingeniosas…”
Así, la colección de este año de Raquel Arana está inspirada en estas mujeres. La colección llamada El clan de las virtudes busca crear un grupo de mujeres que donen su conocimiento para ayudar a otras. Buscar mujeres que le enseñen a otras a crecer de diversas formas.
En la colección de este año Raquel explica que “Las ilustraciones son tres mujeres: Ana, Clarita y Ester. Ellas nacen de la vida de las mujeres en el Programa Velasco sin caer en lo caótico del abuso y del maltrato, sino en cómo alguien pudo haber tenido una vida que no fue fácil, pero lo que salió de ella fue su mejor versión”.
Cuando le pregunté a Raquel qué quería decirles a las mujeres del mundo, me dijo:
“Que las mujeres se concienticen del valor que tienen, que la felicidad no la pongan en las manos de otros, sino que busquen en su interior qué las hace sentir realizadas…Yo veo muchas mujeres que viven la vida como zombies enfocadas más en agradar al marido o en por qué están solteras, y viven infelices. Pero por qué no se preguntan ¿Qué las hace felices?”
Mientras hablaba, yo me preguntaba: ¡¿Qué me gusta?! ¡¿Qué le gustaba a mi mamá antes de tenerme?! Y Raquel continúa.
“Hay mujeres a las que se les olvida hasta tener un hobbie y van del trabajo a la casa y luego a los hijos. Yo siempre me cuestiono, ¿dónde quedo ELLA? ELLA con sus sueños, ELLA con sus hobbies, ¡ELLA!…Quiero que las mujeres se pregunten qué las hace felices a ellas, qué les gusta a ellas.”
Raquel Arana no dibuja sin historia o sin alma y llegar allí fue un camino para ella, para su madre y para sus artesanos. Escucharla hablar, mover las manos y sonreír cuando menciona a las mujeres de su vida, del Programa Velasco, es la mejor forma de aprender y de crecer con su historia.
Raquel Arana me inspira, y espero que los inspire a ustedes tanto como lo ha hecho conmigo. Aprendo de ella como ella ha aprendido de otras. Hoy dibuja, y en cada cartera está la fuerza que ha tenido una mujer para dar un paso al frente; en cada trazo de sus dibujos está escondida la frase “Yo puedo y yo sigo”.