En una sociedad donde aún salirse de la norma es mal visto, hay quienes se atreven a romper las reglas y seguir sus propias convicciones. Pese a las críticas, un costo que todo pionero debe pagar, quienes se arriesgan sorprenden con sus creaciones y propuestas.
Santiago Calatrava es uno de ellos. Considerado uno de los arquitectos contemporáneos más creativos y audaces, deslumbra con sus diseños revolucionarios y futuristas. Aunque la sensibilidad artística y la simpleza con impresionante sofisticación, son -sin lugar a duda- su sello.
Dueño de una estética extraordinaria, Calatrava transforma las bases estructurales en parte del diseño de sus edificios a través de líneas simétricas o asimétricas. Sin embargo, su principal característica es la cuidadosa fusión entre arquitectura e ingeniería con la que consigue estilo, belleza, funcionalidad, mixtura de materiales e innovadoras técnicas.
Calatrava nació en Valencia, España, en 1951. Siempre se sintió atraído por el arte. Apenas con ocho años comenzó a estudiar dibujo y pintura. Una década después, ingresó a arquitectura en la Universidad Politécnica de Valencia, de donde se graduó con un posgrado en Urbanismo. Años más tarde, estudió ingeniería estructural en Suiza.
Sus primeros encargos de pequeña escala sorprendieron por lo vanguardistas, al aunar sus fuertes en un mismo proyecto: arquitectura, ingeniería y escultura. Fue así como de a poco fue aumentando su fama al mismo tiempo que el tamaño de sus obras.
En 1983, consiguió su primer proyecto importante: la Estación de Ferrocarril de Stadelhofen, en Suiza. Posteriormente, construyó el Puente del Alamillo en el marco de la Exposición Universal de Sevilla’92. Este es un atirantado, cuyo mástil inclinado hace de contrapeso.
Ese mismo año levantó otras dos asombrosas obras: el Pabellón de Kuwait, reconocido por la cubierta móvil que abre el edificio al cielo, y la Torre de Motjuïc, una antorcha olímpica de 120 metros de altura en acero blanqueado.
Por su parte, al Auditorio de Tenerife, sede de la Orquesta Sinfónica de esa ciudad, se le ha reconocido un gran mérito técnico, ya que está sostenido solo en dos puntos de apoyo.
De igual modo, el rascacielos Turning Torso, ícono de la ciudad suiza de Malmö, fue premiado en 2005 como el “Mejor edificio residencial del mundo”. Sus 190 metros de altura se retuercen en 90 grados, como si estuviera edificado con plastilina.
Respecto a los proyectos ejecutados en su país natal, la magnífica Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia es el más destacado. Se trata de un colosal complejo arquitectónico, cultural y de entretenimiento compuesto por un conjunto de edificios.
Dentro de él, sobresalen L’Hemisferic – un gigantesco planetario con forma de ojo-; El Museo de las Ciencias Príncipe Felipe -el cual simula el esqueleto de un dinosaurio-; y el Oceanográfico, cuya cubierta alberga el acuario más grande de Europa.
A lo largo de su carrera, el español ha recibido múltiples premios, tales como el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1999), Premio Nacional de Arquitectura (2007), Premio Europeo de Arquitectura (2015) y doce Doctorados Honoris en universidades de todo el mundo.
No obstante, no todo ha sido miel sobre hojuelas en su carrera. Si bien es cierto que su trabajo es muy valorado, hay quienes que lo acusan de haber perdido la frescura de sus primeros proyectos, convirtiéndose en presa de su propio estilo.
Sus construcciones no han estado exentas de polémicas. Por ejemplo, el puente sobre el “Gran Canal” de Venecia, fue aprobado, pero sufrió numerosas modificaciones por la inestabilidad de su estructura. Los trabajos debieron ser paralizados y el presupuesto original se triplicó. En consecuencia, la obra jamás se inauguró. Hasta hoy, muchos venecianos lo rechazan porque contrasta con la belleza histórica de la ciudad, además de no ser apto para sillas de ruedas.
Del mismo modo, el puente de Zubi Zuri de Bilbao ha sido blanco de ataques, debido a que es poco accesible, muy resbaladizo para los peatones -se tuvo que colocar una alfombra de caucho por las constantes caídas- y sus losas de cristal se rompen con facilidad.
La oficina del español es internacional. En Latinoamérica tenemos dos ejemplares. Uno de ellos es el Museo del Mañana, en Río de Janeiro, cuya superficie construida alcanza los 15 mil m². Su forma se inspira en las bromelias del Jardín Botánico que lo rodea y fue planeado para integrarse al paisaje. Este conjunto incluye el Museo de Arte del Río y el primer rascacielos latinoamericano, llamado edificio La Noche.
A su vez, en Buenos Aires se encuentra el Puente de la Mujer. Este puente peatonal de 170 metros, aparenta una pareja bailando tango.
Evidentemente este excéntrico arquitecto llama la atención en lo personal y profesional. Por este motivo, el autor de “Calatrava”, Philip Jodidio resumió su trayectoria en un maravilloso libro, que explorara cada rincón de sus creaciones.
“Calatrava” es un recorrido gráfico por sus edificios. Es de gran interés para los amantes de la arquitectura y admiradores del afamado arquitecto, pues revela sus secretos, la naturaleza de sus obras y explica cómo logra el asombroso impacto visual. Si te interesa, puedes encontrarlo en Taschen.
Escrito por Fabiola Basualto M. / Fotografías de Calatrava