“En esta vida, yo tenía que ser una artista”
María Montoya – Artista colombiana
La colombiana María Montoya, enaltece en sus obras a clásicos iconos colombianos, historias diversas o reflexiones de su vida. Logra fundir lo placentero, lo bello, lo incorrecto, lo incómodo, los colores y el cuerpo mismo, en su arte y en todas y cada una de sus obras.
En una entrevista fascinante y encantadora para Velvet Magazine Latinoamérica, la artista de 23 años, nos comparte su vida y con ella, su obra.
Ella misma nos ha dicho que es bruja, artista, Queer, latinomaricona, y bordadora. Tener la oportunidad de conversar con ella, con una mujer y una artista tan particular, es la oportunidad perfecta para ver, cómo de las sensaciones más crudas, afloran los colores más radiantes.
Descubramos juntos su arte y su historia.
Su nombre completo es María Fernanda Forero Montoya, pero ella solo usa su primer nombre y su segundo apellido. Más paisa que bogotana, nos cuenta:
“Siempre he vivido en un pueblo…mi corazón es de la montaña. Mis abuelos eran arrieros y cultivaban café, pero decidieron venir a la ciudad, a Bogotá. Se vinieron hace unos 40 años a Bogotá, pero al final decidieron vivir en un pueblo llamado Funza. Yo vivo en ese pueblo con mi madre desde siempre. Amo vivir allá, todo es muy tranquilo, hay muchas cosas relacionadas al carácter popular colombiano que a veces intento emplear en lo que yo hago” Y por supuesto hemos notado esa influencia en sus obras.
Desde pinturas que evocan un conocido eslogan político: “Make Colombia Gay Again”, hasta ponchos paisas pintados y calzones amarillos de la suerte, que toda Colombia usa para año nuevo, bordados al único estilo de María Montoya.
Ella nos cuenta lo refrescante que es cada uno de los aspectos populares que rodean su vida diaria:
Una tienda de barrio, una pradera o un campo abierto, andar en bicicleta, las plazas de mercado con sus canastos, o un “todo a mil” (algo así como un 99c Cents Only Store) son todas oportunidades creativas para María.
“Soy una artista feminista de orientación espiritual, gran parte de mi obra está ligada al feminismo; un feminismo abordado desde la diversidad sexual”
Desde sus años de colegio, supo entender que la feminidad es un cúmulo de diversidad, y que, en ese pequeño mundo de su colegio femenino, muchas cosas no son femeninas.
Ella recuerda que en su colegio la gordura no era femenina, la irreverencia tampoco, pero el cabello largo o la depilación si lo eran. “…para las niñas de ese colegio yo era como el anticristo”.
Hoy, y para lamento quizá de su antiguo colegio, la artista colombiana hace parte de un colectivo llamado MIÉRCOLES DE CHICAS, de la mano de Lorenza Vargas. Allí nació EL MANIFIESTO DEL BRASIER Y SOLO CUCO. Se trata de talleres de bordado que reúnen un grupo de mujeres cada año, el día 8 de marzo, a bordar ropa íntima, camisetas…o lo que sea, mientras cuentan sus historias, se reconocen como mujeres y aprenden a ver la feminidad como diversa.
El taller no es una clase cualquiera, sino una declaración, un manifiesto a punta de aguja e hilo.
“El bordado es una conexión conmigo misma enorme, me potencia, me ha ayudado a crecer espiritualmente”
Una de sus obras nos llama mucho la atención, pues expone de forma jocosa lo que puede ser uno de los sentimientos más duros que alguien puede experimentar: la depresión.
La pieza exhibe la frase “Me corto el pelo para no cortarme las venas”. María nos cuenta “Esta obra es como decirles a todos, me toca comer mierda, pero te la pinto en colores divinos y hasta me río de ello”. Para la artista, su obra va más allá de crear piezas particulares.
María nos dice, sin tapujos ni rodeos: “Todo lo que es mi obra es mi terapia, si yo no hago esto, yo me muero”; y con ímpetu agrega: “Esta es la forma en la que me reconozco…es la manera en que mi mierda se hace más fácil”.
Sus duelos, sus depresiones y sus más altos -o más bajos- estados de ánimo, forman parte de su creación como artista. Las sensaciones crudas, la ofensa, la ofensa a sí misma, lo que molesta y duele puede estar lleno de vida y color también:
“El color lo vivo desde mi contexto, por ejemplo, desde mi pueblo, donde las casas están pintadas de colores. Es un aprendizaje del color desde mi vida y desde mi lugar”.
Con la mutabilidad de su obra, nos topamos con sus pasiones y su predilección por el mundo del Tarot, la astrología o las vidas pasadas. Un mundo a veces oscuro, que no conocemos o no nos atrevemos a conocer, pero que María Montoya nos lo muestra con vivacidad y múltiples tonalidades.
María es una toda una amalgama de todo Colombia, de vidas pasadas, futuras, tarot, iconos y frases colombianas. Expresándose con un corazón Queer, feminista y muy virtuoso.
La capacidad de María Montoya de reírse de sí misma o sobreponerse a cada una de sus luchas, se ha transformado en un objetivo no solo personal sino colectivo.
Con firmeza nos dice, “En todo lo que yo hago siempre estoy buscando sanarme. Cada cosa que yo hago es un proceso de entenderme, conocerme y curarme. Si en ese proceso hay más personas que logran sentirse identificadas, he ganado el premio gordo… si alguien se conecta con mis proyectos, mis obras y conmigo finalmente, para mí ya es la mayor ganancia del mundo”.
María Montoya atrapó todos los blancos y negros de su vida, sus tristezas, lutos y miedos en una terapia perfecta para ella, para nosotros y para cualquiera que se tope con su obra. Nosotros y quien lea su historia, en algún punto, se conectará con ella.
Esta es María Montoya, una artista colombiana que construye piezas preciosas, incómodas y emocionalmente impactantes.
Artículo por: Helena Rodríguez
VELVET HUNTING, es una sección dominical a detalle, que aborda personajes, lugares y acciones, que amplían la visión y propuesta latinoamericana.