Se cumplen 30 años del largometraje colombiano “Confesión a Laura”, ópera prima de Jaime “El mono” Osorio.
Fue estrenada en 1990, escrita por Alexandra Cardona Restrepo y protagonizada por Vicky Hernández, Gustavo Londoño y María Cristina Galvéz. Se trató de una coproducción entre Colombia, Cuba y España.
Quién iba a pensar que, luego de muchos años, los colombianos nos sentiríamos tan relacionados con la historia. No solo por el pasado que allí se narra. Ni tampoco por los elementos de idiosincrasia que nos identifican. Más bien porque, en pleno siglo XXI, experimentamos un toque de queda y un confinamiento similar al que vivieron los personajes. Sobre esto hablaremos a continuación.
Como la idea es que la vean y, por ende, no realizar aquí spoiler, intentaré una breve sinopsis de “Confesión a Laura”.
La película cuenta la historia de Josefina, esposa conservadora y controladora de Santiago, hombre sumiso y temeroso, quien, haciendo caso al mandato de su esposa, lleva un pastel de cumpleaños a Laura, mujer de edad madura, sin esposo, vecina, amiga de Josefina, y quien vive en el edificio del frente. Una vez allí, se desatan hechos violentos en la calle, lo cual impide al hombre regresar a su hogar.
Todo esto lleva a que Laura y Santiago tengan una tarde-noche ambientada por brandy, tango y cena a la luz de las velas. Mientras tanto Josefina entra en celos y busca ordenar la situación. Pasan un sinfín de cosas que no solo rompen los esquemas sociales de la época (y actuales), sino que también irán escudriñando los sueños y temores de los personajes. Al final, si se consume, o no, un acto de infidelidad ustedes lo tendrán que averiguar viendo la película.
Dicho lo anterior, el contexto histórico de “Confesión a Laura” está dado por el “Bogotazo”. Para los que no conozcan, se trata de una serie de acontecimientos que se desataron en Bogotá, gracias a la ira generada (y a las bebidas embriagantes, claro está) luego que el caudillo liberal, Jorge Eliecer Gaitán, fuera asesinado. Fue un nueve de abril de 1948. Las calles fueron tomadas por civiles armados y militares. Toda una serie de asesinatos, saqueos y destrucción, que marcaría la historia de la capital y del país.
Ahora bien, lo más cercano a un toque de queda, como el que se vivió días después del “Bogotazo”, sucedió el año pasado, posterior a las protestas del 21 de noviembre. Luego de las inmensas manifestaciones contra el gobierno de Iván Duque, se empezaron a crear una serie de campañas de terror, anunciando que masas enardecidas se estaban metiendo a la fuerza a los conjuntos residenciales. Información que a la final no fue comprobada del todo y que sigue, recordando a Chomsky, una de sus estrategias de manipulación de masas valiéndose de los medios de comunicación. En resumen, pareciera que se creó el peligro y a la vez la solución a este.
Por otro lado, todos los hechos que generan las situaciones en esta película se dan gracias al confinamiento que viven los personajes. Josefina, Santiago y Laura, por azares del destino, se ven obligados al encierro con una situación que rompe la normalidad: Santiago se ve obligado a quedarse en casa de Laura, de la cual Josefina tiene vista desde su apartamento el cual queda al frente.
Pues bien, este año nos enfrentamos a otro de los elementos principales de este largometraje, gracias a la cuarentena que ha generado el COVID-19. Tema de por sí muy tratado y que, supongo, nos tendrá un poco aburridos, por lo cual no ahondaré. Por esto, como suele suceder en The Simpsons, contamos con versión criolla de un audiovisual que predijo lo que viviríamos. Y, valga decir aquí, que si hay alguien que esté viviendo la experiencia de Santiago por culpa de la pandemia, espero me contacte porque sería una excelente crónica para una próxima columna.
Finalmente, espero que vean “Confesión a Laura”, pues, a mí parecer, es una gran exponente del cine colombiano. Hay otras que recuerdo con afecto, como “Rodrigo D No Futuro” (Gaviria, 1990), “Apocalipsur” (Mejía, 2007), “La estrategia del Caracol” (Cabrera, 1993), Kalibre 35 (García, 2000) y, más recientemente, “El páramo” (Osorio, 2011), “Saudó – Laberinto de almas” (Hendrix Hinestroza, 2016) o “El abrazo de la serpiente” (Guerra, 2015), entre otras.
Es inevitable no mencionar el reciente escándalo por acoso y abuso sexual contra Ciro Guerra, director de “El abrazo de la serpiente”. Lo más justo es no adelantarnos a los hechos, pues tiene el derecho a la defensa. Pero, de ser comprobadas estas denuncias, la solidaridad siempre estará con las víctimas.
Como también es inevitable no enviar un saludo y apoyo a toda la comunidad LGTBIQ+ en esta celebración por un mundo libre e incluyente.
No siendo más, agradezco el tiempo que han dedicado a esta lectura y nos vemos el próximo sábado ¡Caraculiambros!