Hoy en “Lo que callaron mis cuadernos” te hablaré de los secretos del desierto, los que yo personalmente he descubierto en el curso de este viaje llamado Vida.
En los últimos días he leído y escuchado a personas decir que este tiempo que estamos viviendo en el mundo es como un desierto en sus vidas.
Para muchos la cuarentena se convirtió en un desierto emocional, económico y personal. Un tiempo difícil para adaptarte, donde pareciera que no hay mucho por hacer.
Sin embargo se pueden apreciar cosas que de otra manera sería imposible o no les pondríamos atención. Es un tiempo para descubrir nuevas cosas y descubrirnos a nosotros mismos.
Por una parte hemos estado en casa repitiendo casi lo mismo todos los días, y al mismo tiempo sigue la cancelación o suspensión de las actividades que regularmente hacíamos día a día. Hasta nuestras vidas sociales se vieron afectadas… agendas desiertas.
Por ejemplo, las grandes ciudades se ven solas, los grandes escenarios están apagados, los negocios cerrados y las calles lucen solitarias. El impresionante desierto metropolitano que debido al confinamiento en casa, no podíamos “disfrutar”, tuvieron otros huéspedes. Tal vez más respetuosos que nosotros.
A lo mejor el concepto de lo que es un desierto lo relacionamos como un sitio al cual no es nuestra primera opción para ir, también podemos relacionarlo con lo que hemos visto en las películas.
¿Sabias qué… la selva amazónica y toda su flora y fauna no podría existir sin el desierto africano?
Estos sitios físicos o etapas de tu vida, sin lugar a duda tienen un propósito muy especial, tienen lecciones y secretos que podrán servirte para esta temporada.
Es cuestión de descubrirlo y ver un oasis
en medio del desierto.
Hay personas que viven literalmente ahí e incluso se han construido ciudades en varios de estos lugares. Sobre todo con este tema no puedo dejar de pensar en el pueblo Saharaui, con el cual he tenido la oportunidad de convivir, estar y aprender lo que es vivir en el desierto.
El pueblo Saharaui no solo viven en este lugar, sino que también viven como refugiados por más de 43 años. Aún en esa situación se reinventan para vivir y sobrevivir, como mi amigo Tateh Lehbib.
Ellos son una lección de lucha, resistencia y dignidad. Sobre la arena no se puede cultivar, pero se pueden asentar valores y principios, que ni la peor tormenta de arena puede derribar. Dentro de la jaima (casa) todo es distinto, no hay muchas cosas materiales, pero hay hospitalidad, amor y paz.
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¿Quieres saber entonces los secretos del desierto? Descúbrelos por ti mismo, él te los revelará de una forma que seguramente no olvidaras. Cuando te encuentres en un desierto, disfrútalo, cualquier desierto sea, tiene un por que de existir.
Por mi experiencia te puedo decir que aprendí que un desierto te mostrará quién eres en realidad, para donde vas y cuál es tu motivación. Sin duda el desierto se puede convertir en la peor tortura o en aquella cura para el ser humano.