Durante varios meses, sin importar quién eras, lugar donde vivías o cuenta bancaria, tuvimos que quedarnos en casa. En este tiempo nos dimos cuenta que literalmente era un lujo el poder salir a la calle, ir al supermercado o pasear al perro.
La cuarentena nos hizo reorganizar nuestras prioridades, analizar nuestros valores reales y creencias, porque la pandemia nos dejo claro que hay cosas que el dinero no puede comprar.
Puedes comprar medicinas, pero no la salud; libros, pero no la inteligencia; compañía, pero no la verdadera amistad o amor; puedes comprar días tranquilos, pero no puedes comprar la paz.
Cuando se publique esta columna, tendré la oportunidad de estar apoyando a comunidades Wixarikas. La primera vez que estuve con ellos en el año 2013 fue toda una aventura.
Simplemente para llegar a su comunidad, haces un trayecto en carro, después cruzas una presa en lancha y por último caminas unos kilómetros por la sierra.
Sin embargo al ver su forma de vivir lo primero que pensé fue que les hacía falta muchas cosas que regularmente estoy acostumbrado a usar y comprendí que a mí me sobraban cosas y en ese lugar no eran necesarias.
Algo similar a lo que sucedió en esta cuarentena. Si te detienes un momento y analizas las cosas que tienes ahora ¿Es lo que necesitas? puede que aquello que veías antes normal o común realmente son lujos que no todos tienen y no te habías dado cuenta.
Tener la oportunidad de visitar estos lugares me hace volver a recordar y valorar. Tomar el tiempo para observar paisajes únicos, conocer a las personas y cuando se va la luz del sol, descansar y si tenemos el lujo de despertar, vivir de nuevo un día a la vez.
Compartimos no solo tiempo con ellos, todo el proceso para comer, desconectarte y aprender a estar, escuchar historias y vivir su cultura.
¿Y a ti qué lujos te gustaría tener en tu vida?
Quiero compartir contigo algo que leí en la mañana:
Ante lo que esta pasando en el mundo. Lo que llaman la nueva normalidad. Prefiero verlo cómo una nueva realidad a la cual no solo hay que adaptarnos sino decidir cómo es que vamos a vivirla de ahora en adelante.
Foto portada | El Heraldo San Luis Potosí