¡He tenido suficiente!
Me dije a mi misma mientras limpiaba las brochas de maquillaje abandonadas desde hace unos 3 meses. ¡Quiero sentirme linda incluso durante la cuarentena!
Estos tiempos de contagio no serían un impedimento para jugar con mi maquillaje. Tomé con mis manos el labial de Chanel y justo cuando iba a pintar mis labios me pregunté: ¿Combinará este labial carísimo con mi tapabocas?
He tenido tiempo de aprender cosas nuevas sobre mí estos últimos días. Resultó que solo me depilaba las piernas para que mi colega, al toparse con vello corporal femenino, no me lanzara su mirada ficticia de sorpresa si usaba una falda.
También descubrí que en realidad no necesitaba tantos perfumes. ¿Debería usar mi Nina Ricci durante la Zoom Meeting de las 10? Para ser justos, descubrí que había una gran parte de mí que hacía cosas y compraba cosas para otros. Eso incluye la estúpida cuchilla para afeitarme las piernas.
Pero aún quiero usar mi labial, pensé. Entonces noté cómo estos tiempos de contagio han cambiado mi forma de ver y utilizar las cosas que había comprado. Todas terminaron siendo para usar en la oficina, en la reunión con mis suegros o en la casa de mi mejor amiga.
Todas estas cosas, tantas y tan insignificantes por esta época (¿en todas las épocas?) han sido construidas y adquiridas alrededor de la dañina idea de mantenerme al margen de la normalidad o de hacer feliz a otros.
Pero aún quería sentirme linda, guapa. Y es que claro, sin notarlo, había estado viviendo para el otro, para lo ajeno. Entonces usé mi falda favorita, no me depilé nada, me puse un poco de rubor rosa y dejé mi cabello libre y ondulado. No hubiera ido jamás así a la oficina. Pero no me había sentido tan libre desde hace mucho tiempo, más tiempo del que llevaba en confinamiento.
Aprendí a sentirme linda en estos tiempos. Aquí algunos pasos que espero te ayuden a ti, mi querido lector.
Tengo una reunión a las 9. Usaré mi Nina Ricci.
En todo caso, lo compré para MÍ.
Imagen portada: Foto de Mujer creado por senivpetro