Cuando al mosaico de colores, formas, sonidos y aromas que es el Centro Histórico de la Ciudad de México se une el ingrediente del sabor, los entusiastas de la gastronomía podemos sentirnos más que complacidos, pues de esta forma se logra una experiencia excepcional de sensaciones.
RECETAS FAMILIARES
La apertura del restaurante de cocina tradicional mexicana El Bajío nos emociona, y es que además de los platillos y recetas familiares de una de las cocineras más queridas del país, Carmen “Titita” Ramírez Degollado, el espacio que le sirve de escenario es una majestuosa casona neocolonial protegida por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), donde pasó sus últimos años el 11 veces presidente de México Antonio López de Santa Anna (1795-1876).
DUO PERFECTO ENTRE GASTRONOMÍA Y ARQUITECTURA
Los herrajes, ventanales, columnas de piedra, la bella escalera y los detalles de la casa que se conservan desde el siglo XIX, logran una comunión perfecta con las artesanías mexicanas seleccionadas por el arquitecto y diseñador Luis Enrique Noriega, que le ha dado identidad propia a todos los restaurantes El Bajío de la ciudad, tales como corazones de latón, catrinas, canastos, textiles y espejos. Venir aquí no solo es un apapacho para el estómago, sino un deleite para la vista –obviamente, todo es muy “instagrameable”– y una sensación fuertísima de pertenencia y orgullo mexicano.
Después de tres años de restauración, a cargo del despacho de Sordo Madaleno, esta casona neocolonial protegida por el INAH vuelve a abrir sus puertas dando cabida al restaurante El Bajío. Sus dos pisos albergan salones bellísimos con un estilo propio –Canastos, Oro, Santa Anna, Amate, Catrinas, Ollitas, Otomí y Corazones– y un patio central característico de las construcciones coloniales y neocoloniales.
ODA A LA COCINA TRADICIONAL MEXICANA
El menú de El Bajío es una colección de platillos tradicionales de México, que inicia con referentes de la cocina de Veracruz, de donde es originaria “Titita”, como las gorditas de anís, el pescado a la veracruzana o los tamales papantecos, para continuar con delicias de Yucatán, Puebla y Oaxaca, y rematar con unas carnitas estilo Michoacán, el orgullo de la casa, pues fue con este platillo como inició la historia de El Bajío, en 1972, en Azcapotzalco, en el norte de la Ciudad de México.
A El Bajío podemos venir por las mañanas y disfrutar de pan dulce, hecho en casa, con los distintos tipos de chilaquiles acompañados de café de olla. O por la tarde y noche, momentos en los que no hay que pasar por alto los platos insignia, como las empanadas de plátano rellenas de frijol, las garnachas orizabeñas, el mole Xico, los pipianes –los cuales, por cierto, son los que más disfruta preparar “Titita”– y, por supuesto, las carnitas y barbacoa que han dado prestigio al restaurante.
EL CIERRE DE UN DIA PERFECTO
A reserva de que tengan un mejor plan, yo sugeriría pasar la mañana caminando por el majestuoso zócalo capitalino; luego, visitar dos o tres museos –por ejemplo, el Museo del Antiguo Colegio de San Ildefonso, el Museo Nacional de Arte y el Museo de San Carlos–, visitar la Torre Latinomericana y su mirador y rematar en el número 14 de la calle de Bolívar, entre Tacuba y 5 de mayo, casa de El Bajío Centro Histórico, pedir un mezcal, una cerveza artesanal, un tequila o una aguas de jamaica, horchata o limón para refrescarse, y dejarse llevar por el sabor auténtico de la cocina de Carmen “Titita” Ramírez Degollado, una fiel promotora de las costumbres alrededor de los comedores familiares mexicanos y vocera de la cultura culinaria en México.
CRÉDITOS: ESCRITO POR NONANTZIN MARTINEZ | FOTOGRAFÍAS POR JOSÉ ÁNGEL ARAUJO Y CORTESÍA DEL RESTAURANTE.
Ubicación: Bolívar 14, Centro Histórico, CDMX. Tels. 5521 4376 y 5521 4378
Facebook: Restaurante El Bajío Centro Histórico | Instagram: @restelbajio | Twitter: @Rest_ElBajio
