Si el paraíso existe, definitivamente está en Villa Astor. Rodeada por antiguas ruinas del imperio romano, fue erigida completamente en mármol en los irregulares acantilados de la península sorrentina, en Nápoles, Italia.
Esta lujosa residencia pertenece desde 1970 a una familia italiana que defiende su valor patrimonial, por eso la han habilitado también como hotel boutique.
Dueña de una belleza única y arquitectura neoclásica excepcional, cada uno de sus espacios -tanto interiores como exteriores- son una oda a la delicadeza del arte antiguo.
Villa Astor se acopla sutilmente a su entorno, destacando sus atributos naturales. Junto con tener una panorámica fabulosa a las bahías de Marina Grande y Marina Chica, el monte Vesubio y la isla Capri; sus jardines están catalogados dentro de los más lindos de Europa y de los diez más bellos de Italia. Este reconocimiento se debe a su impresionante colección botánica que incluye especies de todo el mundo y a las adorables estatuas griegas y romanas.
Construida en el siglo I D.C por Agrippa Postumus, nieto del emperador Augusto, ha sido escenario de numerosos sucesos históricos del país. Por ejemplo, existen referencias que indican que en su estudio se habría firmado la declaración oficial para la conformación del primer gobierno italiano posterior a la Segunda Guerra Mundial.
Tras la erupción del Vesubio en el año 79 A.C, el primer piso original quedó completamente enterrado. En el siglo XIII, fue convertida en un convento por un grupo de monjas enclaustradas. Posteriormente, en 1888, la villa pasó se vendió a un conde coleccionista de antigüedades, quien edificó la casa actual. Dos décadas más tarde, el embajador estadounidense en Italia, William Waldorf Astor adquirió la propiedad y también la restauró.
Hasta la fecha, ha tenido varios dueños y todos le han hecho modificaciones. La última remodelación se llevó a cabo recientemente y estuvo a cargo del decorador francés Jacques Garcia. Sin embargo, pese a las intervenciones, la Villa Astor aún conserva su atmósfera patrimonial que rememora la historia italiana.
Más de 150 impresionantes piezas, protegidas por el Ministerio de Cultura italiano, decoran sus espacios. Villa Astor contiene objetos que han dejado sus dueños, logrando una colección digna de un museo. Es así como la estadía se convierte obligadamente en un viaje al pasado.
En el salón del primer piso, Jacques Garcia integró con astucia y delicadeza la colección de antigüedades de la villa con muebles del Imperio francés.
La sala, revestida en su totalidad en mármol, luce increíbles columnas blancas que se conjugan con importantes estatuas romanas. Tres puertas francesas dan acceso a una espectacular terraza con vista panorámica, donde se puede cenar mirando al mar.
En su interior, se exhiben esculturas, estatuas, cuadros y pequeñas mesas decorativas en madre perla de distintas épocas y diversos orígenes, pero que se complementan exquisitamente entre sí. La mansión tiene un ambiente pomposo pero acogedor.
En sus seis suites decoradas en estilo clásico, Villa Astor ofrece lujo, elegancia y comodidad. A su vez, la “Torre” cuenta con otras cinco habitaciones que solo se reservan a pedido especial.
Su acceso privado al mar permite que también se pueda llegar en barco y es ideal para los que disfrutan pasear en yate.
Si bien es cierto que su ubicación le confiere una tranquilidad única, está a cinco minutos a pie del activo centro de la ciudad. Asimismo, se encuentra a 50 km del centro de Nápoles, a 10 km de la isla Capri y a 27 km de Pompeya, por nombrar algunos destinos. Por este motivo, es idónea para descansar o divertirse con actividades propias del turismo moderno.
Aunque es un destino fabuloso para vacacionar, Villa Astor también es perfecta para eventos, bodas y seminarios.
Es imposible que sus huéspedes queden indiferentes ante sus encantos. No importa cuántas veces la visites, Villa Astor es de esos lugares que siempre invitan a volver.
Escrito por Fabiola Basualto M. / Fotografías de The Heritage