El nitrógeno presente en nuestro ADN, el calcio de nuestros dientes, el hierro de nuestra sangre, el carbono en las tartas de manzana… todos fueron creados en el interior de estrellas que chocaron entre sí. Estamos hechos del material de las estrellas.
Carl Sagan
Haber nacido en Colombia me ha dado tantas oportunidades como formas de ver la vida, en cada bosque, cada camino y también… en cada cielo.
Gracias a haber nacido en un país tan resiliente como sublime, tuve la fortuna de ir al desierto de La Tatacoa en el departamento del Huila. Allí ocurre la magia de encontrarse uno mismo frente a la inmensidad del universo, de las estrellas.
Hoy, el Astroturismo es famoso y quiero contarles sobre él. Esto será entonces, una invitación no solo a viajar, sino a observar la imponencia estelar que el desierto de La Tatacoa nos regala.
El desierto de La Tatacoa ha ganado su nombre por la serpiente cascabel que en esta zona del país es llamada Tatacoa. Sin embargo, su primer nombre lo acuñó el explorador Gonzalo Jiménez de Quesada, llamándolo El Valle de las Tristezas.
La Tatacoa no es estrictamente un desierto, sino un bosque seco tropical. Se encuentra a 38 kilometros de la ciudad principal del departamento, Neiva. Tiene una extensión de 330 km2 y hace parte de uno de los destinos turísticos más importantes en este momento.
Sus imponentes formaciones geológicas, cañones secos y laberintos rocosos, que combinan colores ocres, amarillos y naranjas, convierten a la Tatacoa en un lugar extraordinario.
El turismo por el desierto, los pueblos aledaños, la gastronomía, la flora y la fauna tan particular del lugar, hacen de él un destino inolvidable.
El clima es semiárido y tiene una temperatura en promedio de 42 °C pero puede llegar hasta 45 °C. Por esto, es indispensable llevar la ropa y la hidratación adecuada. Si bien existen ya hoteles y residencias para hospedarse, la experiencia completa es la de acampar bajo las estrellas.
Sé por experiencia que los atardeceres en el desierto de La Tatacoa son algo que jamás se olvida. Tendría unos 9 años cuando vi el atardecer y aún recuerdo el olor del desierto, los sonidos de las cigarras y por supuesto la gloriosa gama de colores del atardecer.
Pero nada me había preparado para lo que seguiría al ocultarse el sol, miles de estrellas, unas fugaces y otras en grupos tan grandes que parecían estar muy cerca.
Sin contaminación lumínica, ni sonora, y con perfectas condiciones atmosféricas, La Tatacoa se ha convertido en un centro ideal para el Astroturismo.
Y es que en la Tatacoa hay 314 días al año de perfecta visibilidad en las noches. Tanto así, que allí se encuentra ubicado El Obervatorio Astronómico de La Tatacoa, lugar dónde por primera vez pude ver las manchas solares, a Júpiter y Venus.
En el desierto se realiza el Festival de Astronomía donde miles de turistas de reúnen a ver el espectáculo estelar que el cielo del desierto nos regala. Por ejemplo, en Agosto se contempla el espectáculo de las Perseidas: una lluvia de estrellas de 50 a 100 meteoros por hora.
Hoy el Astroturismo es una forma nueva, maravillosa de explorar el cielo cerca a la tierra. Es un viaje imperdible y para los amantes de la astronomía, un sueño.
Han pasado ya muchos años desde que estuve en el desierto. El país ha cambiado, el turismo se ha renovado y la naturaleza sigue cada vez más imponente.
Hoy por hoy espero con ansias volver, quizá este año, a ver de nuevo la Bóveda Celeste inaugurada por un atardecer tan lleno de tonalidades como recuerdo.
Artículo por: Helena Rodríguez