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MUSEO IMPERIAL DE BRASIL: TESORO CULTURAL INVALUABLE

Evidencia del pasado monárquico brasileño y testigo de importantes sucesos históricos del país, el Palacio San Cristóbal – cede del Museo Imperial- es hoy el edificio patrimonial carioca más visitado. Al año encanta al rededor de 150 mil turistas de todo el mundo. Su hermosa arquitectura neoclásica y decoración del siglo XIX, lo convierten en un imperdible de Río de Janeiro.

LA CONSTRUCCIÓN

Ubicado en la Quinta da Boa Vista, nombre que recibe por sus impresionantes postales, la construcción del palacio fue un anhelo del emperador portugués Pedro I, quien se fascinaba por la naturaleza del lugar cuando viajaba por el camino de Minas Gerais en busca de apoyo político.

¿QUIÉN ERA PEDRO I?

Este emblemático personaje proclamó la independencia de Brasil y fue su primer jefe de Estado y emperador. Además, ascendió al trono portugués por un breve periodo bajo el nombre de Pedro IV. Es, a su vez, de los pocos gobernantes que ha ostentado simultáneamente los títulos de emperador y rey.

CONTEXTO HISTÓRICO

Los increíbles paisajes y clima templado de la zona encandilaron al también llamado “rey soldado”. Sin embargo, nunca concretó su sueño, debido a la negativa del dueño del terreno a vender. Por este motivo, al morir su padre y a modo de homenaje, Pedro II compró la hacienda y levantó el palacio tal como lo había imaginado por su progenitor.

LA CONSTRUCCIÓN DE “UN SUEÑO” IMPERIAL

Esta inmensa obra se desarrolló entre 1845 y 1862, e incluyó la construcción de toda la ciudad, bautizada de Petrópolis. Esto, a fin de crear un maravilloso entorno que acompañara la residencia real, pues -para entonces- el lugar estaba deshabitado.

Con la llegada de la República, la familia imperial fue desalojada y despojada de sus pertenencias, muchas de las cuales fueron vendidas. Desde 1889 a 1891, este edificio albergó a la Asamblea Constituyente de Brasil. Posteriormente, el palacio se transformó en el Colegio Notre Dame de Sion y luego dio paso a la Escuela San Vicente de Paula. De hecho, un ex alumno planteó la idea de convertirla en un museo, debido a su alto valor histórico. Fue así como en marzo de 1943 se convirtió en el Museo Imperial.

EL MUSEO

La antigua residencia imperial, tiene una extensión de 11.400 m², de los cuales 3.500 corresponden a salas de exposición. La mayoría de la decoración corresponde a la original: pisos de piedra, los estucos murales, candelabros, adornos, obras de arte, objetos personales y muebles. En esta misma línea, en los ambientes restaurados, se ha respetado el aspecto que tenían cuando lo habitaba la familia real.

TESOROS DE FAMILIA

Particularmente importantes son las joyas imperiales, entre las que se encuentras las coronas de Pedro I y Pedro II. Este último asumió el poder con 15 años.

Dentro del mobiliario se conserva la sala de estar de la emperatriz y las princesas; el comedor con muebles y vajilla; la sala de música, que tiene instrumentos únicos; el State Hall, donde se recibían a importantes actores políticos; el trono; el primer teléfono de Brasil; retratos familiares, por nombrar algunos.

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Corona Pedro II.#petropolis #museoimperial

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LOS JARDINES

En 1854 y bajo la guía del emperador, el paisajista francés Jean Baptiste Binot diseñó los jardines que rodean el palacio.  Alrededor de cien especies de árboles y flores endémicas e internacionales fueron utilizadas y complementadas con pedestales de granito, donde se dispusieron estatuas mitológicas.

Un cinturón de árboles exóticos rodea el museo. Si bien es cierto que aún se mantienen las líneas del paisaje original, sus dimensiones se han reducido.

LA BIBLIOTECA

Un impresionante catálogo bibliográfico con cerca de 50 mil volúmenes, especializado en Historia de Brasil y Artes en general componen la colección. Además, incluye una sección de publicaciones periódicas, partituras, iluminaciones, manuscritos, exlibris, informes de provincias y ministerios, y una colección de Leyes del Imperio.

Asimismo, hay más de 250 mil archivos originales y fotografías que datan del siglo XIII hasta el siglo XX, y que documentan la historia y evolución de los aspectos urbanos y paisajísticos de Río de Janeiro y la ciudad de Petrópolis.

“De las 537.000 obras existentes, 1.560 son piezas únicas, como el libro ‘Historia natural’ de 1481”

TESORO CULTURAL

El museo también es reconocido por la riqueza de su departamento paleontológico. Compuesto por más de 26 mil fósiles, posee un esqueleto de dinosaurio descubierto en Minais Gerais, además de numerosos especímenes de otras especies extintas, como perezosos gigantes y tigres dientes de sable.

Respecto a su colección antropológica, el Museo Imperial conserva el fósil humano más antiguo, el cual fue descubierto en Brasil y es conocido como “Luzia”.

Por su parte, el departamento de zoología contempla 6,5 millones de especímenes, como peces, anfibios, moluscos, reptiles y otros. El herbario, creado en 1831 por la familia real, contempla 550 mil plantas.

UN GIGANTE QUE SE RESISTE A MORIR

Pero el museo no solo exhibe sus objetos. Ya desde el siglo XIX cuenta con recursos para la investigación, siendo la institución científica más antigua del país. En este sentido, reputadas personalidades científicas lo han visitado, como Albert Einstein y Marie Curie.

Sin embargo, no todo es color de rosa. En agosto de 1995, el edificio resultó con graves daños por el paso de inclementes tormentas que estropearon parte de su colección.

Dentro de las pérdidas, se encuentran momias egipcias con más de tres mil años de antigüedad y partes de un esqueleto de tiranosaurio que se disolvieron en el agua.

EL INCENDIO

Además, a lo largo del tiempo, el Museo Imperial ha sufrido importantes recortes presupuestarios. De hecho, en 2015, debió cerrarse por falta de recursos.

Posteriormente fue reabierto, aunque como no recibía los fondos gubernamentales destinados para su manutención, sus paredes se agrietaron y muchas de sus conexiones eléctricas quedaron al descubierto. Esto habría generado el incendio que lo consumió en septiembre de 2018, mismo año en el que cumplió dos siglos de vida.

“Con esta catástrofe se perdieron 200 años de trabajo, investigación y conocimiento, pero también se destruyó un edificio testigo de importantes acontecimientos históricos de Brasil”

Ex Presidente brasileño Michel Temer, a T13.

MUSEO SOBREVIVIENTE

Pese a los esfuerzos, fue imposible salvaguardar todas las piezas. Las llamas devoraron reliquias de diversa índole provenientes de todo el mundo. No obstante, su catálogo es tan amplio que solo el 1% de los objetos estaban en exposición.

Sin duda alguna, que el Museo Imperial de Brasil es un sobreviviente que se niega a desaparecer, como si en sus cimientos tuviera arraigado el vigor del “rey soldado”, su gestor.

CURIOSIDADES

Para recorrerlo, te entregarán zapatos especiales a fin de cuidar sus pisos de dos siglos de antigüedad.

Escrito por Fabiola Basualto M. / Fotografías de Pinterest

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